Si bien la separación entre espacios "familiares" y espacios para hombres solteros era común en muchos países de Oriente Medio, los espacios públicos y la mayoría de los negocios ahora son mixtos. Las restricciones a la segregación de género en Arabia Saudita eran tanto culturales como legales. Culturalmente, la separación de géneros en espacios públicos estaba profundamente arraigada en las normas y tradiciones sociales del país. Legalmente, estas prácticas se aplicaban mediante regulaciones y políticas que exigían la segregación de género en diversos lugares públicos, como restaurantes, cafeterías y otros establecimientos.
La segregación de género en Arabia Saudita fue eliminada de la ley a finales de 2019 como parte de las reformas iniciadas con Visión 2030. Esta iniciativa tiene como objetivo empoderar a las mujeres ampliando sus roles en diversos sectores, fomentando su presencia en espacios públicos, modernizando y abriendo la sociedad saudí.
Hoy en día, en los nuevos autobuses de Riad, aún existe una discreta separación entre familias y hombres solteros. El metro, inaugurado en diciembre de 2024, opera con sistemas de primera y segunda clase (como en los metros de Dubái y Doha) y con una sección familiar, manteniendo la segregación socioeconómica y de género. Sin embargo, la segregación ahora es opcional, lo que permite a las mujeres y sus familias decidir por sí mismas.
A pesar de estos avances, el grado de inclusión de género varía significativamente en la región, lo que refleja la diversidad de contextos culturales y religiosos. Si bien algunos países adoptan prácticas más inclusivas, los cambios en la cultura y el uso del espacio público requieren tiempo y seguirán representando un importante desafío que abordar en Oriente Medio.
Además, para convivir armoniosamente en nuestras ciudades, la integración y la diversidad deben ser un esfuerzo multifacético que trascienda la mera infraestructura física. Es fundamental desarrollar servicios públicos, redes de transporte y soluciones de vivienda robustas e inclusivas que satisfagan las diversas necesidades de todos los residentes.
Sin embargo, una verdadera integración también requiere fomentar una cultura de inclusión, donde se promuevan activamente la mentalidad y las ideas de apertura y aceptación. Esto implica crear un ambiente donde se celebre la diversidad y se respeten y valoren los diferentes orígenes culturales. Al fomentar este entorno, las ciudades pueden garantizar un ambiente donde todos se sientan bienvenidos y puedan prosperar.